martes, 11 de septiembre de 2012

ACTA DE INDEPENDENCIA




El día 15 del corriente se acordó lo siguiente:
"Palacio Nacional de Guatemala, quince de Septiembre de mil ochocientos veinte y uno".
"Siendo públicos e indudables los deseos de Independencia, del Gobierno de Español que por escrito y de palabra ha manifestado el pueblo de esta capital: recibidos por el último correo diversos oficios de los Ayuntamientos, Constituyentos de Ciudad Real, Comitán y Tuxta, en que comunican haber proclamado y jurado dicha Independencia, y excitan a que se haga lo mismo en esta Ciudad: siendo positivo que han circulado iguales oficios a otros Ayuntamientos determinados de acuerdo con la Excelentísima diputación provincial que para tratar de asunto tan grave se reuniesen en uno de los Salones de este Palacio la misma diputación provincial, e; Ylmo. Señor Arzobispo, los Sres. Individuos que disputasen, la Excma. Auda. territorial., el Venerable Sr. Dean y Cabildo Eclesiástico, el Excmo. Ayuntamiento, El M.Y Claustro, el Consulado y el Colegio de Abogados, los Prelados reguladores, jefes y funcionarios públicos: Congregados todos en el mismo salón: leídos los oficios expresados: discutido y meditado detenidamente el asunto; oído el claro que Viva la Independencia que repetía de continuo el pueblo que se veía reunido en las Calles, plaza, patio, corredores y ante la Sala de este palacio se acordó: por esta Diputación e individuos del Excmo. Ayuntamiento.
1.      Que siendo la Independencia del Gobierno Español, la voluntad general del pueblo de Guatemala y sin perjuicio de lo que determine sobre ella el Congreso que debe formarse, el Sr. Jefe Público le mande publicar para prevenir las consecuencias que serían terribles en el caso que la proclamase de hecho el mismo pueblo.
2.      Que desde luego se circulen oficios a las provincias por correos extraordinarios para que sin demora alguna se sirva preceder, a elegir Diputados y representantes suyos y estos concurran a esta Capital a formar el Congreso que debe decidir el punto de Independencia y fijar, en caso de acordarla la forma de gobierno y la ley fundamental que deba elegir.  
3.      Que para facilitar el nombramiento de Diputados, se sirva hacerlo las mismas juntas electorales de Prova que hicieron o debieron hacer las elecciones de los últimos Diputados a Cortes.  
4.      Que el número de estos diputados sea en proporción de uno para cada mil individuos, sin excluir de la Ciudadanía a los originarios de África.  
5.      Que las mismas juntas electorales de Prova teniendo presente los últimos censos se sirvan determinar según esta base el número de Diputados o Representantes que deban elegir.  
6.      Que en atención a la gravedad y urgencia del asunto, se sirvan hacer las elecciones del asunto, se sirvan hacer las elecciones de modo que el día primero de marzo del año próximo de 1822, estén reunidos en esta Capital todos los Diputados.  
7.      Que entre tanto, no habiendo novedad en las autoridades establecidas, sigan éstas ejerciendo sus atribuciones respectivas con arreglo a la Constitución, Decretos y Leyes, hasta que el Congreso indicado determine lo que sea más justo y benéfico.  
8.      Que el Sr. Jefe Político Brigadier Don Gabino Gaínza, continúe con el Gobierno Superior Político y Militar y para que este tenga el carácter que parece propio de las circunstancias, se forme una Junta provisional consultiva, compuesta de los Sres. Individuos actuales de esta Diputación Provincial, y de los Sres. Don Miguel de Larreynaga Ministro de esta audiencia, Don José Cecilio del Valle Auditor de Guerra, Marques de Aycinena, Doctor Don José Valdez, Tesorero de esta Santa Iglesia, Dr. Don Angel María Candina y el Lic. Don Antonio Robles, Alcalde de 3o Constitucional; el primero para la Provicional de León, El 2o para la de Comayagua, 3o para Quesaltenango, 4o para Sololá y Chimaltenango, 5o para Sonsonate y el 6o para Ciudad R. de Chiapa.  
9.      Que esta Junta provisional consulte al Sr. Jefe político en todos los asuntos económicos y gubernativos, dignos de su atención.  
10.  Que la religión católica, que hemos profesado en los siglos anteriores, profesaremos en lo sucesivo, se conserve pura e inalterable, manteniendo vivo el espíritu de religiosidad que ha distinguido siempre a Guatemala, respetando a los Ministros eclesiásticos seculares y regulares y protegiéndolos en sus personas y propiedades.  
11.  Que se pase oficio a los dignos Prelados de las comunidades a la luz y sosiego, que es la primera  necesidad de los pueblos, cuando pasan de un gobierno a otro, dispongan que sus individuos exhorten a la fraternidad y concordia, a los que estando unidos en el sentimiento de la Independencia, deben estarlo también en todo lo demás, sofocando pasiones individuales que dividen los ánimos, y producen funestas consecuencias.  
12.  Que el Excelentísimo Ayuntamiento, a quien corresponde la conservación del orden y tranquilidad, tome las medidas más activas para mantenerla imperturbable en toda esta Capital y pueblos inmediatos.  
13.  Que el Señor Jefe Político publique un manifiesto haciendo notorio a la faz de todos, los sentimientos generales del Pueblo, la opinión de las autoridades y corporaciones: las medidas de este gobierno, las causas y circunstancias que lo decidieron a prestar en manos del Señor Alcalde 1o. a pedimento del Pueblo, el juramento de Independencia y de fidelidad al Gobierno Americano que se establezca.  
14.  Que igual juramento presten la Junta Provisional, el Excmo. Ayuntamiento: El Ylmo Señor Arzobispo, los tribunales jefes públicos militares, los prelados regulares, sus comunidades religiosas, jefes y empleados en las rentas, autoridades, corporaciones y tropas de las respectivas guarniciones.  
15.  Que el Señor Jefe Político, de acuerdo con el Excelentísimo Ayuntamiento disponga la solemnidad y señale el día en que el pueblo deba hacer la proclamación y juramento expresado de Independencia.  
16.  Que el Excmo. Ayuntamiento disponga la acuñación de una medalla que perpetúe en los siglos la memoria del quince de septiembre de mil ochocientos veinte y uno, en que Guatemala  proclamó su feliz independencia.  
17.  Que imprimiéndose esta Acta y el manifiesto se circule en las Exmas. Diputaciones Provinciales, Ayuntamientos Constitucionales y demás autoridades eclesiásticas, regulares, seculares y militares para que siendo acordes en los mismos sentimientos que ha manifestado este Pueblo, se sirva obrar con arreglo a todo lo expuesto.  
18.  Que se cante el día que designe el Sr. Jefe Político una misa solemne de gracia, con asistencia de la Junta Provincial de todas las autoridades, corporaciones y jefes, haciéndose salvas de artillerías y tres días de iluminación.
Palacio Nacional de Guatemala, Septiembre 15 de 1821.
Gabino Gaínza, José Matías Delgado, Manuel Antonio Molina, Mariano de Larreve, Mariano de Aycinena, Pedro de Arrollave, José Marno Calderón, Antonio de Rivera, Isidoro de Valle y Castriciones, José Domingo Dieguez (Secretario de Palac.), Lorenzo de Roma (Secretario). 

Colaboración de Henry Soto

La Batalla de San jacinto

La Batalla de San Jacinto fue librada el 14 de septiembre de 1856 entre 120 solados nicaragüenses comandados por el entonces Coronel José Dolores Estrada, contra más de 300 filibusteros bien armados, quienes pese a la diferencia fueron derrocados por la valentía de los patriotas nacionales.

El Coronel Estrada ordenó fortificar apresuradamente la casa Hacienda San Jacinto, propiedad de Miguel Bolaños, con piedras sueltas acomodadas unas sobre otras. Estas piedras eran abundantes en los alrededores de la casa Hacienda por las cercanías inmediatas del Cerro San Jacinto, en el cual se inicia la Meseta de Estrada, la cual fue llamada "Totumbla" hasta un poco después de 1,960.

José Dolores Estrada tenía 60 años. El mismo escribió posteriormente que no era un militar de carrera, "no he estudiado el arte militar", pero que llevaba dentro un ardiente patriotismo por la defensa de la patria ante la "amenaza rubia arrogante" y que la edad no era impedimento para tomar las armas en esa defensa patriótica,

En el acto el Coronel Estrada dispuso que solamente quedase en el interior de la casa una escuadra que comandaba el teniente Miguel Vélez, y que el resto de la tropa ocupase la línea exterior. Se hizo así, y en esa disposición esperamos, con orden de no hacer fuego sino hasta que los agresores estuviesen a tiro de pistola.

Se señala que la noche anterior al ataque sorpresivo de los filibusteros, dirigidos en ese sitio por Byron Cole, el Coronel Estrada envió como espía al soldado Faustino Salmerón, quien, por supuesto buscó la parte más alta del Cerro San Jacinto para cumplir con esa misión.

Desde la cúspide del Cerro San Jacinto uno puede ver lo que se mueve hacia el Sur, el Oeste y Noroeste, porque por el Este era imposible llegar hasta la Hacienda San Jacinto, a menos que los filibusteros llegaran subiendo los Cerros.

De repente vieron que Faustino Salmerón salía sofocado de entre el bosque de las orilla del Cerro San Jacinto. "Ahí vienen los enemigos", comunicó a José Dolores Estrada y a toda la tropa.

A las 7:00 a.m. divisamos al enemigo como a 2 mil varas de distancia; marchaba a discreción y no traía cabalgaduras. Los jefes y oficiales vestían de paisano: levita, pantalón, chaleco, y sombreros negros; algunos portaban espada y revólver y otros rifles; y la tropa iba uniformada con pantalón y camisa de lana negros, sombreros del mismo color e iban atinados 'de rifles "sharp" y "negritos": hicieron alto a tiro de fusil y se destacaron en tres columnas paralelas de 100 hombres cada una.

Cuando estuvieron a una distancia conveniente, rompimos el fuego. Al recibir la descarga, en vez de vacilar se lanzaron impetuosamente sobre las trincheras: una columna atacó de frente, otra por la izquierda y la última por la derecha. Todas fueron rechazadas por tres veces; y hasta el cuarto asalto no lograron apoderarse de la trinchera por el lado izquierdo, cuando el valiente oficial Jarquín y toda la escuadra que defendía ese punto tan importante, hacían un nutrido y certero fuego sobre el resto de las líneas.

Teníamos que comunicarnos las órdenes a gritos. El infrascrito, con los Tenientes don Miguel Vélez y don Adán Solís, defendían el ala derecha; y yo como primer Teniente, recibí la orden de defender el punto, hasta morir, si era necesario.

Uno de los americanos logró subir a la trinchera y ahí fue muerto por el intrépido oficial Solís.

Eran ya las 10:00 a.m. y el fuego seguía vivísimo. Los americanos, desalentados sin duda por lo infructuoso de sus ataques, se retiraron momentáneamente y se unieron a las 3 columnas; pero pocos momentos después al grito de !Hurra Walker; se lanzaron con ímpetu sobre el punto disputado.

Se trabo una lucha terrible, se peleaba con ardor por ambas partes, cuerpo a cuerpo. Desesperábamos ya de vencer a aquellos hombres tenaces, cuando el grito de !Viva Martínez;, dado por una voz muy conocida de nosotros, nos reanimó súbitamente.

El Coronel Estrada, comprendiendo la gravedad de nuestra situación, mandó al Capitán Bartolo Sandoval, nombrado ese segundo día, jefe en el lugar del Teniente Coronel Patricio Centeno, que procurase atacar a los yanquis por la retaguardia.

Este bizarro militar se puso a la cabeza de los valientes oficiales Siero y Estrada y 17 individuos de la tropa, saltó la trinchera por detrás de la casa, logró colocarse a retaguardia de los asaltantes; les hizo una descarga y lanzando con su potente voz los gritos de !Viva Martínez; !Viva Nicaragua , cargo la bayoneta con arrojo admirable.

Los bravos soldados del bucanero del norte retrocedieron espantados y se pusieron en desordenada fuga.

En informes de los mismos soldados, escritos después de la Batalla, algunos de los soldados sobrevivientes señalan que este ataque sorpresivo por la retaguardia de los filibusteros, fue tan explosivo y escandaloso, que provocó una estampida de caballos, que supuestamente estaban amarrados entre los matorrales y árboles del norte de la Casa Hacienda San Jacinto.

Este tropel de numerosos caballos, aparentemente, hizo creer a los filibusteros, que además del fulminante ataque a balazos y cuhilladas por la retaguardia, se acercaba un supuesto refuerzo militar por ese lado de la Casa Hacienda San jacinto, sitio bastante solitario en esa época, sólo lleno del ganado de Miguel Bolaños.

Nosotros, llevando a la cabeza al intrépido Coronel Estrada, que montó el caballo de Salmerón, único que había, perseguimos al enemigo 4 leguas hasta la Hacienda "San Ildefonso".

Ahí mató Salmerón con su cutacha al jefe de los americanos Coronel Byron Cole y lo despojó de un rifle y dos pistolas. Nuestra pequeña fuerza tuvo 28 bajas entre muertes y heridos; entre los primeros figuraban el Capitán don Francisco Sacasa, el Subteniente Jarquín, y entre los últimos, el ahora Coronel don Carlos Alegría.

Los filibusteros perdieron al Coronel Cole, al mayor cuyo apellido no recuerdo y que era el segundo jefe y 35 muertos mas, contándose entre ellos el cirujano y muchos heridos que después hallaron muertos en los campos inmediatos. Tal fue el memorable combate que abatió a los invasores y despertó loco entusiasmo en el ejército que defendía la Independencia de Centroamérica.

En su informe oficial, Estrada hace mención de la acción heroica de Andrés Castro Estrada, quien ante la falta de municiones tomó una piedra y la estampó en la cabeza de uno de los yanquis cuando este intentaba cruzar la hilera de piedras de la trinchera improvisada.

Andrés Castro, todos estos soldados y oficiales, especialmente José Dolores Estrada, se llenaron de gloria para siempre, porque no vacilaron en defender la patria en peligro por la invasión filibustera.

Colaboración de Henry Soto